¡Queridas niñas y queridos niños, bienvenidos a Roma!
Estamos verdaderamente felices de que el Papa Francisco haya pensado en esta bellísima Jornada, en la cual cada uno de ustedes podrá traer a Roma un germen de esperanza del país del cual vienen, junto a vuestra sonrisa característica, y vuestros propios deseos y pensamientos sobre el futuro. Será el primer gran evento cercano al Jubileo del próximo año, que Roma está preparando para acogeros.
Como probablemente ya lo sabéis, el símbolo demuestra ciudad es una loba que adoptó y alimentó a dos gemelos abandonados, Rómulo y Remo. La leyenda quiere que la historia de Roma haya tenido un inicio con este sincero gesto de amor. Cuidar con amor a la infancia, es deber de todos y una vocación de esta ciudad, de la cual muchas veces nosotros los adultos nos olvidamos.
En cambio, necesitamos de ustedes, niños y niñas, de vuestra mirada limpia sobre el mundo y, sobre todo, de vuestra justa solicitud de fraternidad y protección de la creación. Roma está lista para recibiros y a dejarse contagiar de la ola de esperanza que portáis. Desde aquí, desde esta gran ciudad de la paz, todos juntos podemos enviar un mensaje potente para construir un mundo nuevo, más feliz, justo y en armonía. Hagamos sentir fuertemente, vuestra voz a todo el mundo.
